domingo, 18 de febrero de 2018

CARA A CARA CON EL ENEMIGO

La escalada represiva continúa. No terminábamos de reponernos del golpe que fue la desaparición y muerte de Santiago en manos de Gendarmería cuando nos enteramos que otra fuerza del aparato de control del orden burgués asesinaba de un tiro por la espalda a Rafael Nahuel durante un intento de desalojo de la comunidad Lafken Winkul Mapu. «Un mapuche murió baleado tras un enfrentamiento con la Prefectura en Villa Mascardi» se apresuró a titular el diario Clarín.

El Estado no ahorra en su poder de fuego, apoyo logístico e institucional para atacar a quienes luchan contra la explotación y la opresión. El asedio a las comunidades mapuche en conflicto, así como a los solidarios con esta lucha, va en total sincronía con sus medios de comunicación. La burguesía unida festeja la represión sobre los hermanos mapuche, y algunos pobres infelices se embriagan escuchando el brindis desde fuera de la fiesta.

Hoy los únicos denunciados por la muerte de Santiago son los acusados por el gobierno: siete miembros de la Lof y un amigo de Santiago, denunciados por falso testimonio por el mismo Ministerio de Seguridad responsable de su muerte. Mientras que, por el asesinato de Rafita, siguen procesados quienes tuvieron la angustiante tarea de bajarlo muerto, a pesar de que hasta las pericias han dejado en claro la cacería realizada por el llamado Grupo Albatros de la Prefectura.

 

 Cuando actúa la Justicia


Debemos guardar en la memoria cómo los pedidos de justicia al Estado le abrieron las puertas a sus fuerzas para allanar las comunidades mapuche, la Biblioteca del Río en El Bolsón e intervenir comunicaciones y espiarnos. El mismo pedido que insistentemente no quería ser empañado por la lucha anticapitalista de Santiago ni con su participación en el movimiento anarquista. ¿De qué sirvió al esclarecimiento del hecho que el entorno familiar ocultara insistentemente quién era el brujo? Si, a fin de cuentas, la versión oficial es la de los asesinos. Ese absurdo mandato de hacer las cosas obedientemente ante el verdugo de poco sirvió. La Justicia de igual modo determinó que no se trató ni de asesinato ni que hubo desaparición forzada. La autopsia confirmó que nuestro compañero falleció por "asfixia por inmersión" e "hipotermia". Y fin de la historia, según ellos, claro…

Ese es el escenario sobre el que el poder ha montado la persecución a Facundo Jones Huala. Detenido en la Unidad 14 de Esquel, espera desde hace siete meses un juicio ilegal con respecto al pedido de extradición a Chile, que finalmente, después de muchos amagues, va a tener lugar el 28 de febrero en la represiva ciudad de Bariloche. A principios de febrero, encima, se le hizo una denuncia por instigación a la violencia en declaraciones durante una entrevista radial, amenazándolo con veinte años de prisión.

A inicios de febrero también allanaron la comunidad de Cushamen y se llevaron entre 14 y 16 animales, según declaraciones policiales. Fueron citados distintos miembros de la comunidad a brindar testimonio por distintas ocurrencias del poder judicial, nada más que ante el juez y verdugo Guido Otranto, otra clara evidencia de la persecución y la criminalización brutal que se está llevando adelante contra los miembros del Pueblo Mapuche.

Al día de hoy distintas comunidades mapuche son hostigadas permanentemente por fuerzas policiales y parapoliciales en ambos lados de la cordillera, como una respuesta de muerte a quienes han asumido una lucha que por su integralidad y profundidad se contrapone con los intereses del Estado y el Capital. Y los garantes de este orden lo saben.

 

 La doctrina Chocobar


La frontalidad con que actúan es asombrosa. Emmanuel Echazú, el gendarme que declaró haber recibido un piedrazo durante el operativo en Cushamen e imputado por la muerte de Santiago, fue galardonado con un ascenso. La resolución fue firmada por la ministra Patricia Bullrich. Y a comienzos de este año el presidente Mauricio Macri recibió al agente de la policía bonaerense Luis Chocobar, quien asesinó de dos disparos por la espalda a quien escapaba luego de robar a un turista. «Estoy orgulloso de que haya un policía como vos al servicio de los ciudadanos. Hiciste lo que hay que hacer, que es defendernos de un delincuente» lo felicitó el presidente, antes de brindarle su apoyo para zafar de ser encausado por el crimen. La sentencia de Bullrich es aún más clara y explica el proyecto del actual gobierno: «Lo importante es que acá damos vuelta la realidad como Gobierno: los victimarios parecían las víctimas y las víctimas parecían los victimarios. En nuestro Gobierno hemos revertido esto, tanto hacia el interior de las fuerzas como con la sociedad. Por eso entendemos el accionar policial de Chocobar».

Bajo el gobierno de Cambiemos hubo un alza de las muertes por gatillo fácil, torturas en lugares de detención y demás modalidades de la represión estatal. El mensaje está clarísimo por parte del Estado. Días después, la ministra de seguridad acusó a Correpi, la única organización que publica anualmente informes de víctimas de las fuerzas de seguridad, de mentir, y desafió: «si quieren les mando el análisis uno por uno de los casos falsos de Correpi».

Las declaraciones desde el gobierno son la expresión verbal de un proyecto económico y político ya en marcha. A principios de año, encargó a la planta de Fabricaciones Militares ubicada en Fray Luis Beltrán (Santa Fe) 15 millones de bastones de balas de goma (cada bastón carga 24 balines) y 7.500 unidades de gases lacrimógenos.

 

Calles, movilización y más cana


El 18 de diciembre brotó el rechazo y la movilización frente a la Cámara de Diputados cuando ésta convirtió en ley la propuesta de modificación del sistema de actualización de los haberes jubilatorios. Ese día los detenidos fueron más de setenta, y los heridos muchos más. La semana anterior Gendarmería ya había practicado una verdadera cacería hacia quienes combatían en las calles aledañas al Congreso, además de levantar gente que solo pasaba por ahí, plantándole “pruebas”, como piedras y panfletos, y deteniendo a más de cuarenta personas.

En enero procesaron a treinta y tres de los detenidos y cinco siguen encarcelados. El procesamiento se basa únicamente en las declaraciones de los policías que los detuvieron. Como admitió el juez federal Claudio Bonadio, no hay en los videos y fotos ninguna imagen que pruebe los hechos que se les imputan.

Tras años de desmovilización pactada que acallaba la represión existente, el retorno de la movilización callejera y el desorden masivo nos alegra. Y muestra también lo efectivos que son los montajes mediáticos a nivel social y la superioridad de medios con los que cuenta la burguesía.

Sabemos que la izquierda y el kirchnerismo apuestan este año a la movilización callejera para presionar al gobierno de Cambiemos, pero no para presionar y hacer estallar las condiciones profundas de esta sociedad que nos explota y nos oprime.

Este año que el G 20 se realizará en distintos puntos de Argentina, va a ser patente el mensaje, del oficialismo y de la oposición: este es el mejor de los mundos posibles y solo pueden hacerse pequeños retoques. La miseria y el control social crecen a lo largo y ancho del territorio, pero también ciertas reacciones y movilizaciones.

Bajo la perspectiva de la continuidad represiva y por tanto de lucha, debemos intentar aprender a cuidarnos para no regalarnos, ni regalar a nadie, en pequeñas batallas contra la policía, pues nuestra batalla es de largo aliento. Las fuerzas del orden son solo una parte del Estado. Necesitamos encontrarnos para dotarnos de una claridad en torno a los objetivos y a la organización de las tareas necesarias para realizarlos. Si queremos luchar por la emancipación humana, se trata de algo más que escaramuzas grandes o pequeñas en las ciudades grises que habitamos.

Cuando se ataca no solo se hace daño, también se toma conciencia de la propia fuerza. Pero el ataque al Capital no se dota únicamente de enfrentamientos callejeros. Mucho menos en los días y en los lugares pactados por los poderosos. Hoy nuestra fuerza debe ser también capaz de solventar a nuestros compañeros presos, solidarizarnos con las comunidades en lucha y ser capaces de incentivar la lucha en nuestros propios contextos. Jamás abandonar la perspectiva que nos mantiene en lucha contra el orden del Estado y el Capital, pues la mejor forma de solidaridad, como ya dijimos, es la extensión de esa lucha.

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¡QUÉ SE VAYAN TODOS!

* Extractos de un panfleto repartido el lunes 18 de diciembre de 2017 en Rosario y Buenos Aires.
… tenemos que ser sinceros, y es por eso que afirmamos que estamos movilizados en solidaridad con nuestros viejos, ya que para los y las trabajadoras jóvenes las jubilaciones parecen un cuento de otra época.

Fue la CGT —que hoy nos invita a salir la calle— la que hace solo unos días puso su firma para una reforma que hace de esa precarización ley. Y son ahora ellos, junto a otros reformistas varios, los que no cuestionan ni por un momento el corazón de la actual reforma: el aumento de la edad jubilatoria. Esto, que para empresarios y administradores del Estado se define como un problema demográfico y de recaudación, lo debemos traducir en la realidad de que la cantidad de dinero que debe recibir la población jubilada excede al dinero que aporta la población laburante.

Para la burguesía el problema es que la gente está viviendo más y no quiere seguir trabajando. Para nosotros es que cada vez pauperizan más nuestras condiciones de vida...

Por eso, si hoy, mañana y cada vez que sea necesario nos convocamos a tomar el terreno para enfrentarnos a la imposición del Estado y el Capital, lo haremos bajo nuestras propias condiciones, organizándonos, cuidándonos y no permitiendo que nuestra vida sea la justificación para pequeños juegos estratégicos de los políticos de mierda. Porque para nosotros lo que está en juego es la vida misma, en confrontación con lo que nos destruye. Porque hoy somos nosotros, nuestros compañeros y compañeras los que han sido sometidos al rigor de la violencia de la represión.

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