lunes, 12 de junio de 2017

¡DE NORTE A SUR LUCHEMOS POR LA REVOLUCIÓN SOCIAL!

Desde hace décadas en Santa Cruz se viven, bajo matices económicos distintos, situaciones similares de ajuste, lucha y represión. Muchos aún rememoran la malaria vivida tras el decreto del año 92 cuando, el entonces gobernador menemista Néstor Kirchner, rebajó los sueldos un 15%. Otros tantos, el largo y duro conflicto social del 2007, del cual se cumplen diez años y del cual ofrecemos un relato como complemento a una segunda parte de este breve artículo, en la que tratamos la situación actual. Haciendo hincapié en aquello que respecta a la lucha social y el rol de los agentes del orden social, transcribimos para los lectores de La Oveja Negra las palabras de un compañero.

Iniciamos entonces nuestro texto en sentido cronológico, partiendo desde el año 2007, que comenzó con una serie de paros escalonados por reivindicaciones laborales, asumido por la Mesa de Unidad Sindical (MUS), conformada por sindicatos del sector público, con gran acatamiento y movilizaciones masivas, superando las diez mil personas en la calle.

El Gobierno Provincial, capitaneado hace diecisiete años por el Frente Para la Victoria, no tardó en organizar a los elementos más obedientes de los esclavos asalariados para hacer de fuerza de choque. La lucha de los trabajadores estaba cada vez más volcada en las calles y en las asambleas, y paralelamente el contexto se endurecía, con grandes descuentos a los huelguistas y la militarización de la ciudad. El 9 de mayo, infantería reprimió a balazo limpio una manifestación de trabajadores municipales, dejando en esa ocasión quince compañeros heridos con balas de goma, y uno de ellos con un plomo en el pie que le causó una amputación de tres dedos. «Se auto hieren para dar lástima», dijo un funcionario. La bronca colmó a los compañeros que marcharon de a miles por las calles de Río Gallegos y Caleta Olivia, y realizaron cortes de ruta y piquetes en el interior de Santa Cruz.

Rápidamente, la MUS canalizó la lucha y la organización que emergía desde los acuerdos de base, llamando a elecciones provinciales. Así, este gobierno que perdía la “legitimidad” de sostener el reino de la mercancía, debía ser cambiado por uno mejor, más democrático y efectivo. El gobernador Carlos Sancho renunció tras la represión. Esta sencilla rotación de mandos fue vendida como triunfo por los curas, patrones y sindicalistas de la provincia. Esa fue la manera de ir pergeñando la derrota que se venía. Los asalariados en Santa Cruz, eran un cuerpo gigante, pero sin huesos.

En junio, las expresiones del antagonismo social a nivel local comenzaron a lidiar con una agudización del ambiente represivo, que coincidía con la aprobación de la Ley Antiterrorista. La Ley supuso una amenaza para los luchadores sociales en 2007 y los años posteriores. En agosto, durante una movilización fueron atropellados más de veinte trabajadores, quienes quedaron gravemente heridos. Esta se realizaba paralelamente a un acto partidario encabezado por Néstor y Cristina Kirchner. El asesino al volante no era más que un ex Ministro de Gobierno del FPV, Daniel Varizat (ver La Oveja Negra nro.30: 2007: Atropello a trabajadores en Río Gallegos).

La confianza —mezclada con obediencia— en el Estado, la Iglesia y el Gobierno como garantes de la paz social, y en la Policía y la Gendarmería como gente «que también sufre como nosotros», dio a los trabajadores más de un trago amargo. Esto, que parece una inocentada de sindicalistas, partidos de izquierda y partidos patronales coaligados, no es más que su función social objetiva: hundir la lucha y llevar su reformismo a niveles insultantes.

Santa cruz en la actualidad
Desde 2015, a causa de la bancarrota económica en la que se encuentra la Provincia, las condiciones laborales generales se rebajan hasta el límite, pasando por demoras o falta en el pago de sueldos, y frente a esto, el gobierno hace propuestas de pago en cuotas y aumentos escalonados que no superan el 15%, variando según el sector. Esta situación se arrastra hasta hoy.

El sistema de salud se deterioró a un nivel crítico, suspendiendo servicios por falta de profesionales e insumos básicos (gasas, jeringas, suturas, etc.), así como por problemas con la obra social de los trabajadores estatales, la “Caja de Servicios Sociales”, intervenida hace 27 años por emergencia e irregularidades. Los trabajadores nuevamente son empujados a las calles por las condiciones de vida, en un largo y extenso proceso de lucha que parece tener su eco en lo sucedido años atrás.
A continuación, se transcriben las palabras de un compañero en lucha del sector docente, quien nos da una breve apreciación del contexto:

«Con respecto a las luchas del años pasado y este, se puede decir que el conflicto se ha agravado. Con respecto a la organización de los trabajadores, estos solamente se organizan a través de sus sindicatos. Se pueden ver pequeños grupos trotskistas que intentan adueñarse del poder, pero no son elementos revolucionarios para nada, solamente quieren llegar a sus fines. Es más, podés ver cómo negocian con las camarillas dirigentes de estos sindicatos, a pesar de que en el discurso digan que no, que está todo mal, que los otros son de la patronal y todo, uno puede ver cómo hacen acuerdos, que tiran para el mismo lado y limitan el accionar de los trabajadores.

Fundamentalmente, el sindicato lo único que hace es limitar el accionar de los trabajadores, siempre trata de poner un freno. La lucha no la orienta en un sentido de lucha de clases, el único fin de la lucha es la de recomposición salarial sin cuestionar, sin pensar una crítica al capitalismo, al trabajo asalariado, está vacía de contenido. Es solamente pelear por el valor de nuestra fuerza de trabajo, y nada más. Y ni siquiera eso, porque es un chamuyo, porque ni siquiera lo pelean realmente, ellos arreglan y después te dan lo que quieren. (…) El problema mayor es que fomentan ese espíritu ciudadanista que cree que con la democracia se puede hacer todo, se va a lograr todo, que haciendo marchas vamos a conseguir algo, o presentando notas o haciendo denuncias, ese espíritu está en la gente (…)».

En los últimos meses hemos tomado conocimiento en distintas ocasiones de la grave situación económica y el posterior plan de austeridad que se vive en esta provincia del sur de Argentina. Los medios lo presentan como el corolario de la «corrupción K», como un «pedazo de Venezuela en Argentina». De acuerdo a la actual versión presidencial, eso es lo que le iba a pasar al país si el anterior modelo continuaba al mando del Estado Argentino. Las interpretaciones discursivas no nos preocupan, en esto, como en todo lo trascendental, importan los hechos, y la mierda de vida precaria que enfrentamos a diario nos sirve para darnos por entendidos en lo que diferencia a un político burgués de otro: nada.

 La disputa sobre los errores y aciertos que se producen en el manejo de la maquinaria capitalista, cómo debe organizarse y administrarse la producción que devasta la tierra, los ríos y los animales tampoco va a entretenernos. Sabemos que esas prácticas y discusiones baratas nunca atacan la raíz de las cosas. Apenas arañan penosamente la superficie del problema ofreciendo soluciones aún más humillantes que sus emisores.

En el campo de la lucha y de la memoria, como en todos los aspectos de la lucha entre explotados y explotadores, es preciso defender la revolución social como objetivo, estimular la fuerza revolucionaria para avanzar en un sentido de ruptura colectiva con el ciudadanismo. Romper el aislamiento. Aprender de las derrotas y errores.

Partamos de una premisa sencilla: quiénes son ahora y en todo tiempo los amigos y los enemigos de la emancipación de la clase proletaria, una vez más, no por lo que dicen, sino por la función social que cumplen. Actuemos en consecuencia y habremos dado un gran paso.

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